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¿Están vinculados el deterioro mental de la juventud y la deriva política antidemocrática a la implosión de las pantallas y redes sociales? Estas plataformas constituyen los escenarios que habitan las nuevas generaciones, guiados por algoritmos complejos y opacos, de cuya influencia decisiva no parece que seamos suficientemente conscientes. Ofrecen extraordinarias oportunidades como buscadores, espacios de relación, centros comerciales, plazas públicas, escaparates de identidad, plataformas de pertenencia y de activismo político. Miles de millones de personas, indefensas, disfrutan e interactúan con ellas a diario, de manera intensa y extensa, aunque pocos comprenden su estructura, funcionamiento y consecuencias. En el artículo se analizan los complejos y sutiles componentes de estas plataformas cuidadosamente diseñadas y alimentadas para atrapar y secuestrar la atención de los usuarios y maximizar el beneficio económico de sus propietarios: una estructura sintáctica líquida, adictiva y pegajosa y una semántica neoliberal, invisible, que normaliza la desinformación, la postverdad y la polarización. Se destacan los efectos sociales más preocupantes en la salud mental de los adolescentes, así como, en el deterioro de la convivencia democrática y se avanzan los retos y compromisos urgentes para una transformación pedagógica verdaderamente educativa, al rescate de la atención. |